Surtidor de granito

Una severidad inflexible lo domina todo. Las calles de Toledo son venas de piedra hondamente arraigada, y el Alcázar es la piedra más alta sobre el enjambre poético de la ciudad. Aparece sobre la montaña como un pico rectangular pulido por el sol. En la cumbre se perfila la catedral. Torreones y torres, frontones empenachados, arbotantes y tejados de capillas se aprietan hacia arriba empujados por la ola de Toledo, y sobre ella se encrespan como la espuma. Todos los agudos recodos de las calles, y aun las mismas líneas enhiestas del Alcázar, convergen y ascienden en este surtidor de granito que acaba en la catedral, sobre la cual está el cielo: vana respuesta, vacía de Dios, a toda esta explosión de heladas aspiraciones.

Waldo Frank. España virgen. 1926










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