Un viaje al descubrimiento

Pero dentro de la ciudad misma, entre las tortuosas calles, hay bellezas menos importantes y de naturaleza más familiar. No necesita uno buscar rincones pintorescos, sólo tiene que elegirlos. Esta es la razón por la que me gusta ir solo a Toledo, sin guía ni compañía. Todo paseo es un viaje al descubrimiento. Las joyas que recoges son en cierto modo tuyas; quizás nadie las vio antes, quizás nadie vuelva a verlas así jamás.

  STEWART DICK   El corazón de España. Impresiones de un artista en Toledo  (1907) 
















A los que saben ver y oír

Pero vaya, vaya usted a Toledo (...) Allí todo habla a los ojos y oídos de los que saben ver y oír. Hablan de arrufadías señoriales las piedras cargadas de escudos e inscripciones; habla de arcaicas industrias el artificio de Juanelo; hablan de ciencia y ascetismo las celdas monacales; hablan de cautiverios y torturas, las cadenas que cuelgan de los muros de San Juan de los Reyes; hablan de seducciones y escapatorias las rejas y falsetes callejeros; hablan los Cigarrales de francachelas y pasifloreos; hablan, con chirridos agoreros de ventiscas y turbiones, cuando no de cabalgatas aéreas de genios invisibles, las alocadas veletas que voltean sobre los vetustos campanarios; hablan, en fin, las quejumbrosas ondas del Tajo, que parecen repetir aquella pavorosa profecía, que rimó la musa de Fray Luis de León, anunciando a España inminente cataclismo, con la sola diferencia de que ahora los sarracenos no necesitan venir del otro lado del Estrecho: los tenemos en casa.

   PUBLIO HURTADO  Extremadura en Toledo. Impresiones de turista (1920)   




















Noches

¡Noches en que los pasos suenan
como malas palabras!
¡Noches, con gélido aliento de fantasma,
en que las piedras que circundan la población
celebran aquelarres goyescos!
¡Juro,
por el mismísimo Cristo de la Vega,
que a pesar del cansancio que nos purifica
y nos despoja de toda vanidad,
a veces, al atravesar una calleja,
uno se cree un Don Juan!

 Oliverio Girondo. Calcomanías. Toledo (1923)




¿Que cosa nueva podra decirse?

Escribo en Toledo por primera vez, aunque en Toledo estuve varias; y escribo muy temerosa de incurrir en esas hipérboles de admiración que, ya lacias y marchitas, se imponen sin embargo a la pluma, como los sentimientos que las dictan se impusieron al ánimo.
De Toledo, Roma y Jerusalén, ¿qué cosa nueva podrá decirse? ¿Estudiar y reseñar sus monumentos? Para eso hacen falta prolijas investigaciones y volúmenes en folio. ¿Entonar un ditirambo? El ditirambo repetido mustia la flor de la belleza y de piropos debe de estar empalagada la vieja reina goda, la sultana, la emperatriz de las ciudades.
Lo único posible para no ahogarse en el océano de tantas maravillas, es traducir fielmente una impresión personal, lírica, sentida y gozada con sibaritismo; y en vez de hablar del Toledo monumental y artístico, hablar de nuestro Toledo, del que nos ha tocado en suerte.

EMILIA PARDO BAZÁN  Por la España pintoresca: Viajes (1895)   

















Torres

Meditaba en estas cosas tendido en la cama, desde la cual, por la ventana frontera, disfrutaba de una grandiosa y extensa vista, el ábside de la Catedral descollando con gentil bizarría sobre el montón de tejados, los pináculos de la capilla de San Ildefonso, los almenados torreones de la de Santiago, detrás la torre grande, majestuosa y esbelta en su robustez, con el capacete de las tres coronas y la cimbreante aguja, en la cual parece que se engancha, al pasar, el vellón de las nubes. En término más lejano, la mole de San Marcos, los techos del ayuntamiento, la presumida cúpula de San Juan Bautista, y aquí y allí las espirituales torres de estilo mudéjar, cuanto más viejas más airosas y elegantes. 

Benito Pérez Galdós. Ángel Guerra. (1891)   














Corpus Christi


Ciudad de Oriente: tu palabra dices.
Se han abierto las rejas tenebrosas.
En los balcones hoy todo son rosas;
las plazas un espasmo de matices.
Huele el aire a ilusión. En las raíces
del alma antigua están todas las cosas:
¡Torres, toldos, campanas rumorosas,
reposteros y flores y tapices!
Hierve la calle en perfumado trino.
Hay música en la luz. Y el ambarino
viento reposa sueños de venablo.
...Mas ya desfila el religioso coro.
Y, entre atónitos rostros de retablo,
¡se incendia en la Custodia un sol de oro!


 FERNANDO ALLUE Y MORER. Del Programa del Corpus de Toledo. 1953


Calles (VII)

Si esas calles que usted acaba de ver en Toledo eran estrechas, tortuosas y pendientes, consistía en que la calle en otras edades fue solamente un pasadizo para ir de una parte a otra. Se buscaban las comodidades para vivir en familia en el interior de la casa, como hoy se buscan para vivir en las aceras y en los cafés.

   JOSÉ GONZÁLEZ DE TEJADA. Memorias de un viaje al interior de España por el Vizconde Gazenolz de Tuildonne... (1867)