A los que saben ver y oír

Pero vaya, vaya usted a Toledo (...) Allí todo habla a los ojos y oídos de los que saben ver y oír. Hablan de arrufadías señoriales las piedras cargadas de escudos e inscripciones; habla de arcaicas industrias el artificio de Juanelo; hablan de ciencia y ascetismo las celdas monacales; hablan de cautiverios y torturas, las cadenas que cuelgan de los muros de San Juan de los Reyes; hablan de seducciones y escapatorias las rejas y falsetes callejeros; hablan los Cigarrales de francachelas y pasifloreos; hablan, con chirridos agoreros de ventiscas y turbiones, cuando no de cabalgatas aéreas de genios invisibles, las alocadas veletas que voltean sobre los vetustos campanarios; hablan, en fin, las quejumbrosas ondas del Tajo, que parecen repetir aquella pavorosa profecía, que rimó la musa de Fray Luis de León, anunciando a España inminente cataclismo, con la sola diferencia de que ahora los sarracenos no necesitan venir del otro lado del Estrecho: los tenemos en casa.

   PUBLIO HURTADO  Extremadura en Toledo. Impresiones de turista (1920)   




















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