Hermoso caudal

Atravesamos algunos de los poéticos cigarrales que cercan a la imperial ciudad prestándola una alfombra de deslumbrante verdor, amenísimos sitios donde se recreaban y escribían algunos de nuestros más distinguidos literatos antiguos, y nos aventuramos por la margen encantada y florida del Tajo, que se desliza tranquilo y majestuoso por aquel punto, fecundando con sus aguas frondosos huertos y extendidos valles, y sirviendo de motor a las máquinas de la tan renombrada fábrica de armas.
¡Cuánto partido podía sacarse en Toledo de este hermoso caudal de aguas que corre besando los muros de la ciudad, sirviendo ahora sólo para el riego y moviendo cuatro molinos microscópicos!


Impresiones de un viaje a Toledo. Publicado en El Museo Universal (1 marzo 1863)




Ironía de la luz

Toledo es un remolino de calles, como el agua y las rocas del Tajo. Hay hombres y mujeres en Toledo, pero viven ociosos entre los muros intrincados de conventos y conventos, de capillas y de iglesias. Más bien que hombres y mujeres que se unen en el dolor y en placer de la carne, parece que aquí viven criaturas del dogma y de la oración. Casi no se ven niños en las calles, que aparecen como los cuerpos de un credo y de un rito. Cuando estas calles se abren, dan al desierto, y cuando la luz entra en ellas, parece una ironía.

Waldo Frank España virgen (1926)


En trono de roca

Las murallas de Toledo son de un efecto maravilloso; las asperezas del terreno y los edificios se complementan felizmente, hasta el punto de que muchas veces resulta difícil decir dónde termina la roca y dónde comienza la muralla. En ella hay una fusión de civilizaciones; tal lienzo de muro es romano; una torre es gótica y otras almenas son árabes. Toda la parte que va desde la Puerta del Cambrón a la de Bisagra, donde parece ser que desembocaba la calzada romana, fue construida por el rey Wamba. Cada una de las piedras tiene su historia y para narrarlas todas serían necesarios muchos volúmenes. Lo que sí afirmamos es que Toledo ofrece un aspecto noble, sentado en un trono de roca, rodeado de torres y de iglesias. No se puede imaginar un perfil más firme y más austero, ni donde se conserve con más fidelidad el troquel de la Edad Media, ni donde se observe mayor riqueza de color. Más de una hora, permanecí en la contemplación de este panorama, tratando de saciar mis ojos, y de grabar en el fondo de mi memoria la silueta de aquella perspectiva.


Theophile Gautier Viaje por España (1840)




No se puede describir

No cabe duda de que jamás podré decir cómo es esto de aquí, querida amiga (esto se reserva al lenguaje de los ángeles, con el que intentan comunicarse con los humanos), pero cuando le digo que esto sea así, que en realidad existe, ha de creerme, cueste lo que cueste. No se puede describir a nadie. Aquí no existe el azar: todo responde plenamente a una ley. Esta extraordinaria presencia tiene todo el carácter sideral de los astros cuya proyección hacia afuera y cuya posición en el espacio es tal, que ahora comprendo la leyenda según la cual Dios, el cuarto día de la creación tomó en sus manos el sol y lo puso justo encima de Toledo. Ya he recorrido los diferentes lugares y me he empapado el alma con todo ello para retenerlo para siempre: los puentes, los dos puentes, este río y sobre él esta extensión abierta del paisaje abarcable a la mirada, que no es definitivo ni acabado, que aún está elaborándose. [...] Me duele no hallar el tono exacto para describir todo lo que he visto. Aquí, por primera vez, he imaginado que sería posible recorrer diariamente la ciudad para cuidar a los enfermos; atravesando esta ciudad todos los días, uno podría insinuarse en cualquier esquina y esfumarse en lo angosto de una callejuela. No hay forma de asomarse al "exterior": todo está intensamente marcado por los límites que lo deslindan de lo de "fuera"...

Rainer María Rilke. Cartas del vivir


Piedra helada

Esas santas catedrales,
cuyos pardos capiteles,
cuyos pintados cristales,
cuya bóveda ojival,
cuyo color ceniciento,
cuyo silencio solemne,
cobijan por pavimento
una losa sepulcral.
Sobre ella los vivos cantan,
a par de ruidosa orquesta,
cantares que se levantan
hasta los pies del Señor:
Sobre ella flota el perfume
que la atmósfera embalsama,
y en oblación se consume
oro y mirra al Criador.
Sobre ella en noche lluviosa,
al bramar del viento bravo,
armonía misteriosa
en el templo se hace oír.
Es un cántico tremendo,
ronco, vago, agonizante,
una voz que está pidiendo
por los que van a morir.
Es la voz del himno santo,
del terrible Miserere,
cuyo monótono canto
miedo infunde al corazón:
Y en la bóveda rodando,
saliendo al aire flotante,
al mundo va predicando
una santa religión.
Y bajo la piedra helada,
de los hombres que murieron
se oye la voz apagada
el triste salmo decir:
y la campana sonora
remedándola en el aire,
con la voz de alguna hora
la hace en el aire morir.

José Zorrilla. Toledo (1837)













Zocodover (II)


Zocodover duerme todavía a esta hora temprana, envolviendo entre penumbras la lenta agonía de su traza herreriana. Tras la cortina de sombras, que la luz del amanecer va descorriendo, se adivina la pelea heroica de la reja agarena y el viejo balcón señorial con el mirador burgués, de moderno empaque. Por su parte, los “autos” Ford rejuvenecen el ceño milenario de los clásicos porches. En todos los rincones luchan a la desesperada el gris acerado de la piedra plateresca, carcomida y sucia, frente al heresiarca revoco de las comerciales fachadas. Zocodover, a la luz del sol, se horteriza prosaicamente; apenas le queda un rastro de ilusión literaria. Sólo encima del arco mudéjar de la Sangre lucen aún, con parpadeo funerario, las velas del Santo Cristo. Al partir para nuestro alegre viaje, estos cirios, con su gesto temblón de adiós, resumen toda la hondura teológica de las grandes despedidas.


Félix Urabayen  Estampas toledanas en “El Sol”  (19 junio 1925)


Ciudad levantada en el aire

El sol resplandece: ante nosotros se presenta una ciudad antigua, una de esas ciudades que llevan escritos sus títulos de nobleza a lo largo de sus murallas almenadas y de sus castillos desmantelados, una de esas reinas que se asientan sobre las siete colinas sacramentales, y que levanta al cielo sus torres, sus fortalezas, sus defensas medio arruinadas, destacando en el horizonte su extraño perfil, cruelmente desgarrado por el tiempo.
El Tajo la rodea también: no se comunica con tierra más que por un istmo, cuya suave pendiente va a buscar las campiñas teñidas de un verde dorado. Al llegar no se descubre ni el curso entero del río, ni el anillo que rodea la península, ni las escarpaduras por las cuales toma aquel su camino; pero no sé qué transparencias hacen comprender que la ciudad está levantada en el aire.
Tiene tintas cálidas de lo que ha vivido muchos siglos. Sus alcázares, que han sido pretorios de los reyes godos y palacios de los califas, levantan en las bajas praderas o en las elevadas colinas sus restos, que nos hablan de glorias desvanecidas, mientras que el palacio de Carlos V destaca sobre el azul del cielo su enorme mole cuadrada, cuya pesadez lo aplasta todo.

Valerie de Gasparin   Paseo por España  (1875)




Sólo el Tajo quedó

Toledo está situada sobre una escarpada colina casi totalmente rodeada por el Tajo, y está cercada por una muralla flanqueada con cerca de ciento cincuenta torretas, construidas por los árabes. Este río nace en los montes de Albarracín, que quedan por encima de la ciudad de Cuenca, a unas cuarenta leguas al sudeste de Toledo, y tras un recorrido de ciento veinte leguas, vierte sus aguas en el Atlántico, una legua después de Lisboa. Un autor español, al hablar de la ya desaparecida grandeza de esta ciudad, dice que su mayor esplendor hoy en día se lo debe al río, y cita las siguientes líneas de un poema de Quevedo sobre Roma, sólo que cambiando el Tíber por el Tajo.
             Sólo el Tajo quedó, cuya corriente
             si ciudad la regó, ya sepultado
             la mira con confuso son doliente.

Richard Twiss   Viaje por España  (1773)


Nido de águilas

Desde allí se descubre un cuadro encantador.
La poética ermita de Nuestra Señora del Valle, enclavada en medio de una erizada sierra en el mismo punto donde existía antes de la conquista el monasterio de San Pedro y San Feliz, aseméjase a un nido de águilas colgado de la roca que la sostiene sobre el insondable precipicio que se abre a sus pies.
La piedra del rey moro, gigante inmenso de granito que alza su cabeza desafiando el curso de las nubes, extiende allí su manto de rocas hasta una distancia infinita, protegiendo con él a la ciudad que duerme a su abrigo.

Impresiones de un viaje a Toledo. Publicado en El Museo Universal (1 marzo 1863)




Hospital de Afuera

Echo la visual a los cigarrales que se dilatan ondulando en torno de la Vega, y me dirijo luego al Hospital de Afuera, que está a dos pasaos. Atravieso el pórtico de bóvedas planas y entro en el patio dividido en dos por una hermosa galería. Sus arcos y columnas de piedra berroqueña sostienen dos claustros; uno bajo, de orden jónico, y otro, de orden dórico, arriba. Toco una campana y aparece una monja, que me abre la iglesia, una iglesia de arquitectura greco-romana, de una sola nave. Paso indiferente ante unos cuadro del Greco, de escaso mérito, a mi ver, y me fijo en el sepulcro de mármol del cardenal Tavera, debido al cincel de Alonso Berruguete. La estatua yacente del prelado que reemplazó a Carlos V durante dos años en el gobierno de Castilla y de León, se me antoja magistral. En su rostro afilado, de florentino perfil, vaga como una claridad de crepúsculo invernizo. ¿Está dormido? ¿Está muerto? ¡Qué augusta serenidad respira! Al través de la frente se vislumbra un espíritu noble y apacible. Las manos cartilaginosas, de una finura monástica, parecen no haber tocado sino misales y hostias.

Emilio Bobadilla. Viajando por España (1912)


Poesía del color

Bajo el puente de San Martín, el río forma meandros a través de un valle riente. Es un bello cuadro desde las murallas, bajo el antiguo palacio de Wamba, el ancho, plácido río extendiéndose en una gran herradura entre alamedas.
Acostumbraba yo a cruzar el puente en los atardeceres de verano y a pasear río abajo, pasando los Baños de la Cava hasta un viejo molino al borde del agua. Cuando el crepúsculo se acercaba, la ciudad distante en su altura resplandecía como cobre bruñido, hasta que súbitamente el sol se sumergía tras el horizonte. Entonces seguía la media hora más maravillosa del día.
Todo el calor de la luz había desaparecido, el cielo era de un azul acerado, un tanto arrebolado con un rosa delicado, y la ciudad estaba llena de preciosos tintes de madreperla; luego el fresco gris verdoso de los árboles, el viejo molino mostrándose frío y blanco, el río de un apagado y profundo azul y, en primer término, las pálidas ramas de un grupo de abedules. Era la verdadera poesía del color, pero ¡oh!, tan fugaz. Media hora y las estrellas habían comenzado a aparecer, y antes de que hubiera llegado al puente de San Martín ya estaba oscuro.

Stewart Dick El Corazón de España. Impresiones de un artista en Toledo  (1907)





La casulla de San Ildefonso

Es Toledo una ciudad que tiene un castillo, y que está situada en un collado que rodea un llano y por su importancia es quizá la segunda ciudad de Castilla; hay en ella un hermosísimo templo en que se guardan muchas reliquias de santos, y es fama que cuando los infieles conquistaron esta ciudad perdonaron o respetaron el templo por su elegancia y belleza; pero la ciudad fue conquistada de los infieles cuando Ildefonso era arzobispo de su iglesia. En otro tiempo, cuando el divino Ildefonso iba a celebrar la fiesta de la Natividad de Cristo, se le apareció la Virgen y le ofreció una casulla para que él solo y no otro dijese misa con ella.

Jorge de Einghen  Manuscrito (1457)


El camino se olvida

Vemos, por fin, un grupo de casas construidas sobre una colina. Una magnífica aguja de piedra nos indica la ciudad y poco tiempo después pasamos el Tajo y hacemos nuestra entrada triunfal en Toledo.
Es cierto que ha sido un largo viaje, a pesar de no haber superado las doce leguas. Pero la fatiga no mide distancias. Por fortuna será ampliamente compensada. El camino se olvida enseguida. Vamos a visitar una de las ciudades más originales de España, tan llena de color y carácter histórico. Entramos en una especie de museo, donde las calles, las plazas, los monumentos, las casas, todo, ha conservado la huella de la Edad Media. En este lugar va a ser fácil entender los detalles de las costumbres españolas y el color local del verdadero drama llamado historia. ¡Qué importa la fatiga! El aspecto general de la ciudad es suficiente para hacerla triunfar. Esta silueta que se dibuja sobre un cielo puro, atrae nuestras miradas y no dudamos de tantas cosas bellas como veremos en detalle.

Augustin Challamel / Un verano en España (1843)



Una ciudad aparte

Me apresuro a añadir que no se necesita mucho tiempo para hacer la visita, pero también debo decir que nos podemos quedar sin haberlo visto todo, porque haría falta recorrer todas las calles, pararse frente a casi todas las casas y disfrutar de todas las magníficas esculturas generalmente cubiertas, por desgracia, por una quíntuple capa de cal. Ahí están los balcones de hierro forjado, muy bien trabajado, enormes puertas con martillos hermosos, clavos gigantes que son llamados, con razón, de media naranja, escudos en todas las paredes, fachadas ennegrecidas por el tiempo, palacios transformados en establos. Es muy difícil dar una idea de Toledo: es una ciudad aparte, como Venecia, Siena o Nuremberg. No hay término de comparación.


Gabriel de Saint-Victor España : Recuerdos e impresiones de viaje  (1889)

Enorme ciudad

Realmente aquí un artista se halla en un dilema cuando se trata de pintar, puesto que todas las esquinas son pintorescas. Lo que no comprendo es cómo los 18.000 habitantes de Toledo (que en el pasado fueron más de 200.000 pero hoy son menos que los de Abo) pueden llenar tan bien esta grande, enorme ciudad, con sus casas enormes como fortalezas. Toledo tiene un aspecto tan regio que sólo aquí he llegado a entender realmente lo que fue el reino de España en el pasado. Madre, sepa que esta es una de las ciudades más antiguas del mundo. Dicen que fue fundada por los judíos cuando escaparon de cautiverio de Babilonia. El nombre Toledoth es hebreo y significa ciudad de las generaciones porque todas las tribus de los judíos participaron en la emigración.

Albert Edelfelt  Cartas del viaje por España (1881)


Como un cuento de hadas

Viaje a Toledo. Uno de los días más hermosos de mi vida. Cielo radiante. Toledo es como un cuento de hadas. Nos guía un entusiasta viejo hombre (Cossío), que al parecer ha producido algunos interesantes trabajos sobre El Greco. Un pequeño jardín con una vista cerca de la Sinagoga. Una magnífica pintura de El Greco en una pequeña iglesia ("Entierro de un noble"), entre las cosas más profundas que vi. Un día maravilloso.

Albert Einstein   Diario   (6 marzo 1923)





Como una piedra preciosa

Los monumentos más diferentes en sus estilos y épocas están muy cerca unos de otros. La impresión que produce uno, queda destruida inmediatamente por el otro. La vista y es espíritu sienten vértigo galopando en la misma calle del siglo VII al XVII y del IX al XII: así se crea una confusión en la memoria del hombre y las impresiones salen mezcladas como diferentes vistas impresas una sobre otra en la misma placa fotográfica. Pero toda esa confusión se convierte en el ritmo y la armonía más grande cuando se ve Toledo desde fuera de la zona de sus murallas, desde la carretera periférica del paseo de los Cigarrales, donde la antigua ciudad real aparece entera sobre el pedestal de la roca adusta (...)
El Toledo que se ve enfrente, de pie sobre su colina, no da la impresión de un antiguo manuscrito encuadernado cuidadosamente, pero con páginas borradas o rajadas. Se alza bajo el azul celeste como una piedra preciosa con reflejos amarillos y rojos, atado en un pesado y arcaico anillo.
Todo lo que en la ciudad aparecía caótico y miserable, se une a lo lejos con el mismo alzamiento arrogante hacia el cielo: flechas y campanarios de iglesias, castillos y almenas de las murallas, masas de casas, siluetas de palacios y edificios monumentales, grupos de conventos.

Kostas Uranis  España. Sol y sombra  (1931)


Jardines

Los jardines que rodean a Toledo están regados por canales, sobre los cuales hay establecidas ruedas de rosario destinadas al riego de las huertas, que producen en cantidad prodigiosa frutos de una belleza y una bondad extraña. Se admiran desde todos lados las bellas posesiones y los castillos fortificados.

Muhammad al-Idrisi  Descripción de España  (s. XVI)





Paisaje de ayer

Ya cruzarán de Alcántara a Galiana
las nuevas aves de la primavera,
y un sueño mío irá por la ribera
del río que adelanta la mañana.

Ya escalará la hierba más temprana
piedras de San Servando, ¡Oh, la primera
aventura de amor, la azul ladera
y el paisaje de ayer en mi ventana!

Guardará el cigarral su sombra, y tanto
retrasará la tarde su relevo
que caerán las estrellas de repente,

Y en esta soledad donde te canto
llega también la voz que a ti te debo
como un agua delgada por un puente.

José García Nieto  Ausencia de Toledo  (1945)






Iglesias, monasterios: la ciudad

Entramos aquí en Castilla la Nueva, Toledo. Antiguamente existió un reino del mismo nombre cuya capital fue Toledo: hoy es capital de Castilla la Nueva. Esta ciudad se encuentra situada entre montañas y hasta se extiende en las mismas; es bastante grande y bien poblada, y tan numerosos monasterios, monjes y monjas tiene, que, por cierto, ni en alguna otra parte de España, ni acaso en ningún lugar de toda la cristiandad, podría encontrarse igual número; parece que las iglesias solas con los monasterios constituyen la ciudad entera.

Jacobo Sobieski  Diario (1611)


Fuertemente asentada


La villa de Toledo, al oriente de Talavera, es una capital no menos importante por extensión que por el número de habitantes. Fuertemente asentada, está rodeada de buenas murallas y defendida por una ciudadela bien fortificada. Ha sido fundada en época muy remota por los amalecitas. Está situada sobre un cerro y hay pocas villas que se puedan comparar con ella por la solidez y la altura de los edificios, la belleza de los alrededores y la fertilidad de sus campos regados por el gran río llamado Tajo. Se ve allí un acueducto muy curioso compuesto de un solo arco, por debajo del cual las aguas corren a una gran violencia y hacen mover en la extremidad del acueducto, una máquina hidráulica que hace subir las aguas a 90 estadales de altura; llegadas a lo alto del acueducto siguen la misma dirección y penetran después en la ciudad

Mohamed al-Idrisi  Descripción de España (siglo XIII)


Paseo de Merchán



Los paseos de esta ciudad son todos ellos incómodos para el uso diario, por la precisión que hay de bajar unas enormes cuestas antes de llegar a ellos, y la mucho más dura precisión de tenerlas que volver a subir para restituirse a sus casas; pero son todos ellos muy deliciosos, particularmente los dos más frecuentados que son el de la Vega y el de las Rosas. En todos ellos ha ejecutado el actual corregidor don Antonio Navarro algunas obras importantes, de que es muy justo hacer mención, para que sirva de estímulo a otros magistrados. En el mes de enero de 1826, empezó a allanar al plazuela de Merchán en la puerta de Visagra, para formar en ella un paseo, cuya empresa ofrecía muchas dificultades económicas, por no haber de donde sacar 80.000 reales en el que se ha valuado su coste, y por la poca esperanza que ofrecía su terreno, de que prendiesen en él los árboles por falta de agua, hallándose el Tajo a más de 30 varas de profundidad, y no pudiendo traerlas de otra parte. Todo logró vencerlo su genio activo y emprendedor, solicitando y obteniendo de S.M. la concesión de un presidio correccional, y varias limosnas del eminentísimo señor arzobispo actual de esta diócesis. Con estos recursos allanó la plazuela y formó en ella un hermoso paseo de 300 pasos de largo y 240 de ancho, con 5 calles en todas sus direcciones, y en su centro un salón con una hermosa glorieta.

Sebastián de Miñano  Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826-1828)










La Alegre


Toledo es capital de Al Andalus y está en la parte oriental de la ciudad de Valladolid. Se encuentra enclavada sobre un monte elevado y es de las ciudades más inexpugnables y de las más fortificadas. Tiene un río que pasa ciñéndola en su mayor parte. Es ciudad primitiva y su nombre, Tulaytula, significa "la Alegre". Desde ella hasta Al Andalus oriental, por la parte de Hayiz, hay aproximadamente un mes, y lo mismo hacia el mar océano, por la parte de Silves, que está en la extremidad del Al Andalus occidental. Toledo está rodeada de arboleda por todas partes, y parece convertirse en flor de granado ante la enormidad de granados que contiene, sin exceptuar la existencia de otras clases de árboles frutales. El río de Toledo baja hacia ella de las sierras, cerca de una fortaleza que se llama Beja, en la cual se conoce el río de Toledo por el río de Beja.

Abulfeda   Descripción de España  (siglo XIII)






Días de sol



Es Toledo ciudad que pierde entre la niebla y la bruma; los días nublados no le van y pierde toda su excelsitud. Yo he visto a Toledo enterrado bajo la nieve, y tampoco era bello; sobre la ciudad dormida los copos de nieve eran harapos de una blanca mortaja. Todos los rostros enjutos y ásperos de Toledo perdían animación bajo la nieve blanca, y todas la figuras de sus hidalgos parecían salidas del Entierro del conde de Orgaz por lo tristes y por lo amarillas, de oro viejo…
Cuando Toledo adquiere toda su sustantiva belleza y aparece en todo su inmaculado vigor, que los siglos no le han resquebrajado aún, es en los días de sol espléndido, de cielo conmovedoramente azul, en esas mañanas invernales en que toda la gloria de la vieja Castilla parece haberse posado en las piedras arcaicas e irradiar desde las murallas, desde los torreones, desde los campanarios de las iglesias innúmeras…

Andrés González Blanco  Mañana de sol en Toledo.  Artículo en la revista La Esfera. 12 julio 1919


Cada piedra, una voz



Difícil es encontrar ciudad más pintoresca que Toledo, donde a una excepcional situación topográfica —áspera y elevada roca de granito, apretadamente ceñida por el profundo cauce del Tajo— se junta el espectáculo de cien civilizaciones apiñadas, cuyos restos conviven, formando innumerables iglesias y conventos, viviendas góticas, mudéjares y platerescas, empinados y estrechos callejones moriscos, cuadro real, casi vivo y casi intacto, en suma, de un pueblo donde cada piedra es una voz que habla al espíritu.

Manuel B. Cossío  El Greco (1908)




Situación extraña

Toledo tiene una situación tan extraña que no sé cómo ha podido ser escogida para construir allí la primera ciudad de España. Es una gran roca separada de las altas montañas por el río Tajo, cuya altura forma un poco de meseta, donde están la plaza, la iglesia y el castillo; el resto de una roca está ocupado por casas que parecen como los granos de una granada que estuviese medio abierta. Llegamos allí por el pequeño arrabal, donde se encuentra el gran hospital llamado el Hospital de Afuera; es un edificio grande que rodea un gran patio cuadrado, que hace frente a la iglesia, donde vimos en medio de la nave el sepulcro con la figura que hizo construir ese hospital y lo dotó de una renta; desde él entramos en la ciudad.

Albert Jouvin   El viajero de Europa  (1672)














Católica montaña


Salve, primer metrópoli de España,
pues hasta coronar tu frente altiva
ni en su dosel ciñó la paz oliva
ni la guerra laurel en su campaña.
Salve, oh siempre católica montaña,
y tan siempre a la luz de la fe viva,
que, aun entre los horrores de cautiva,
ajena te alumbró, pero no extraña.
Salve, erario feliz de glorias tantas,
que hoy en tu angelical cámara bella
aun los mármoles son reliquias santas.
Salve, y permite al adorar la huella
que enterneció una piedra con sus plantas,
no esté mi corazón más duro que ella.

Pedro Calderón de la Barca  Soneto a la catedral de Toledo (s. XVII)










Procesión del Corpus


Después de la solemne misa, cantada por la capilla, al no interrumpido repique de campanas y los aturdidores acordes de la potente trompetería de los órganos, se ordenó y se puso en marcha la procesión, encabezada por la Guardia Civil y timbaleros a caballo, vestidos a la federica. Seguíanlos un sinnúmero de cruces, mangas parroquiales precedidas por la de la Catedral, gonfalones y estandartes de gremios y cofradías, siguiendo luego la custodia, alhaja la más estimada y valiosa de la Catedral, mandada labrar por el ínclito Cisneros al maestro Enrique de Arfe, que la terminó en 1524, y pesa diez y siete arrobas, por cuyo motivo es conducida en un fuerte carretón, conveniente y ricamente revestido.

Publio Hurtado Extremadura en Toledo. Impresiones de turista (1920)



San Justo


Hace tres años, sin omitir dispendios de ninguna clase, comenzó el párroco de San Justo, D. Clemente Ballesteros y Bermejo, a separar el yeso que cubría las paredes de la sacristía, creyendo fundadamente que bajo aquella capa existiría algún recuerdo de la época en que se erigió la iglesia, y que corresponde al siglo XIV: en efecto, la forma de las ventanas que dan luz a la sacristía; el pintorrojeado fondo de dos alacenas en que se guardaban los objetos para el servicio del culto, los festones de los arcos, el magnífico artesonado del peraltado techo, todo inducía a pensar que en aquel recinto debía haber trabajos de aquellos alarifes que tantas y tantas joyas artísticas nos legaron.
Bien pronto se vio que las presunciones se realizaban; pero lo cierto es que jamás se supo que apareciera tan bellísima obra como son las filigranadas paredes de aquella sacristía.
Al contemplar desde la puerta la hermosa labor, queda el alma arrobada y atónita, considerando los primores de ornamentación de los muros y no comprendiendo cómo un mal entendido odio de raza pudo llevar su encono a cubrir groseramente las ricas paredes en que verdaderos artistas dejaron muestra perenne de su singular habilidad y talento. (…) Las personas amantes de las artes que a Toledo visiten, no deben dejar la ciudad sin haber visto la sacristía de San Justo.

R. Lorente. Un moderno monumento toledano. Artículo publicado en La Correspondencia de España el 10 de junio de 1895


En áspero cerro


Al presente estoy en Toledo, donde pienso detenerme algunos meses; esta ciudad está situada en un áspero cerro que circunda casi por tres partes el río Tajo; por donde el río no pasa la ciudad es fuerte también, por lo pendiente y difícil de la subida; mas junto a ella, en lo bajo, tiene una llanura que se llama la Vega: pasado el río por todas partes hay riscos y montañas muy ásperos, más elevado que aquel en que está situada la ciudad, de modo que, aún cuando en alto, como la rodean por todas partes montañas más grandes, está como ahogada, y en verano hace en ella grandísimo calor y en el invierno es muy húmeda porque entra poco el sol, y por las contínuas emanaciones del río, porque la Vega está a la parte del Norte. Los montes inmediatos a Toledo son pedregosos y desnudos de árboles y muy ásperos.

Andrea Navagiero  Viaje por España (1563)



Fortaleza en un desierto



Por última vez, la tarde del 12, fuimos a dar una vuelta por la ciudad. ¡Qué conejera forman sus calles y casas e iglesias! Como Fez, de ellas emana el Medioevo: como Lhasa, monjes. Sin embargo, lo que más me impresionó en esta ocasión fue la proximidad de las desnudas y rocosas colinas más allá de la garganta del río. Caminando por los estrechos y retorcidos callejones, uno capta de pronto la visión de una cresta rocosa tan cercana en el límpido aire de la meseta que imagina que es capaz de lanzarle una piedra. Esa dura, pedregosa y seca sierra, sin un asomo de agua en ella, con sus peñascos color hierro, parece como si brotara directamente del extremo de la calle. Toledo, se dice uno a sí mismo— aunque esto no es en absoluto cierto—, es una fortaleza edificada en un desierto.

Gerald Brenan La faz de España (1949)



Rastros de civilización

La ciudad de Toledo es una gran ciudad, una de las metrópolis del "aduha" y una antigua capital (...) Los baluartes, las murallas y las calles de esta ciudad, que muestran aún rastros de civilización, han quedado en el estado en que se encontraban desde la época en que los musulmanes la habitaban. Pero la mayor parte de sus calles son estrechas, sus casas, de construcción musulmana, subsisten aún tal como eran; la misma distribución, las mismas inscripciones árabes esculpidas sobre los techos y sobre las paredes.

Relato de un embajador marroquí  1690-91

Atardecer desde el Alcázar

Hacia el atardecer fui a ver el Alcázar. El nombre sugiere un palacio árabe, pero de árabe no le queda más que el nombre (...) Luego, subimos por una serie de escaleras maltrechas a una de las cuatro torres; el guardián abrió con tenazas y martillo una ventana clavada y me dijo con aire de quien anuncia una maravilla: "¡Mire usted!"
Es un panorama grandioso. La ciudad de Toledo se ve, a vista de pájaro, calle a calle, casa a casa, como se la vería en un plano extendido sobre una mesa; la catedral que se eleva sobre la ciudad, cual desmedido castillo, hace parecer pequeños, como casas de juguete, todos los edificios circundantes; la cúpula coronada de estatuas de San Juan de los Reyes; en otro punto, las almenadas torres de la Puerta Nueva; la plaza de toros; el Tajo que corre a los pies de la ciudad entre dos orillas rocosas; más allá del río, cerca del puente de Alcántara, sobre una escarpada roca, las ruinas del antiguo castillo de San Servando; más allá una verde llanura, rocas, cerros y montes hasta donde alcanza la vista y, en lo alto, en un cielo purísimo, el sol del ocaso que dora los tejados de los viejos edificios y hace brillar el río como una inmensa cinta de plata.

Edmundo de Amicis  España. Diario de viaje de un turista escritor  (1872)








Paraíso de románticos

Toledo, el paraíso terrenal de los románticos y los anticuarios, de los amantes de las baratijas y de las viejas guarniciones, de las esculturas antiguas ocultas bajo el suelo o el encalado de estrechas y sinuosas calles, rampas por donde escalar más que caminar, secciones de muros desconocidos, estilos arquitectónicos como enredados en edificios como los siglos en construcciones inextricables (...)
Las inscripciones de sus monumentos, sucesivamente castellanas, latinas, árabes, hebraicas, proclaman, como ha dicho un escritor patrio, que aquí se encuentra un vasto archivo de recuerdos, un panteón de las glorias y celebridades de España. Así que no es fácil verlo todo.

Leon Godard  España. Costumbres y paisajes, historia y monumentos  (1862)




De romería

El 1 de mayo estuvimos en las montañas para ver la procesión y la fiesta. La parte religiosa no tenía nada especial- una una imagen de María que era llevada por todas partes-, pero la vista de todo el conjunto fue sumamente singular. Imagínese, madre, dos altas montañas y entre ellas, encajonado, como si hubiese reventado entre las montañas, corre en el fondo un río. Enfrente, contra el cielo de la tarde, se perfila Toledo, extraordinariamente decorativa, sombría, con altas murallas y torres; y hasta donde alcanza la vista ni un árbol, apenas un arbusto, porque las pequeñas zonas de cultivo de Toledo, cerca de la fábrica de armamento, están ocultas tras las casas.
La gente, que atestaba el barranco, parecía divertirse, aunque no hemos entendido el porqué. Su proverbial sobriedad se manifestó también aquí. Aunque se vendía vino en los puestos, la mayor parte bebía solamente agua, pero esta también en abundancia. Es asombroso cómo los españoles pueden tragar grandes cantidades de agua sin sentirse mal.

Albert Edelfelt  Cartas del viaje por España (1881)





En el corazón

Toledo en mi corazón
y en mi soledad tus ojos
¿Memoria de qué, mi amor?

¿Memoria de qué batalla,
ganada en qué dura almena
levantada en qué mañana?

Madrugador el castillo,
dormido el río en la Vega
y tu soñando conmigo.

Para decirte, mi amor,
donde empiezan mis caminos,
a Toledo he de volver
con tus ojos por testigo.

José García Nieto  Canción de amor desde lejos (del libro Toledo) 1945



La realidad sobrepasa

Yo no puedo tampoco representarle cómo es esta ciudad que se yergue sobre una de las puras e indominables montañas. Pero como usted ha visto en el Laokoonte, a él me puedo remitir, pues la identidad es completa. A veces, a la caída de la tarde, paso al otro lado, en dirección a las rocas y a las ruinas de montaña, con sólo el profundo y estrecho tajo del río entre mí y la ciudad iluminada como un resucitado (como el Lázaro que resucita en el cuadro de Rembrandt), al otro lado donde el paisaje irrumpe de pronto y es como un león, por doquiera como un león delante de cada una de las puertas de la ciudad... voy, pues, hasta allí paseando, a donde podrían ir los profetas, y por un momento aparto los ojos de la vista que se ofrece ante mi, los cierro y me digo: así quiero ahora representarme interiormente lo visto, y realmente me lo represento en forma indescriptible, pero cuando los abro y dirijo la mirada de nuevo hacia allí, entonces la realidad me sobrepasa de tal modo que desespero poder llevarla jamás en mí como imagen equivalente.

Rainer María Rilke  Carta a Sidonia Nádherny, (desde Toledo)  26 noviembre 1912


Altiva ciudad

Me dirigí a la "altiva ciudad sobre la colina", a la capital de los reyes godos y después residencia del emperador Carlos V. Desde lejos escudriñaba yo las majestuosas rocas del augusto Toledo, que los poetas españoles llaman "monumental", donde las casas, a falta de espacio, son torres, y las calles, por su angostura, parecían senderos de gusanos en la madera. Pero aún no se divisaba. Caminaba yo a lo largo del Tajo, poniendo atención a las leyendas e historias que, en idioma desconocido para mi, me contaba el río. Sólo tenía clara una cosa: el Tajo no había olvidado a los godos ni a los árabes y, quejándose por el abandono actual reinante, lloraba porque los años felices del lejano pasado habían dejado sus huellas sólo en la piedra y el bronce de sus construcciones. 

Vasili Ivanovich Nemirovich-Danchenko Crónicas de España. De mis recuerdos de viaje  1888












El Tajo de los poetas


¡Ese es el Tajo de Garcilaso, un río verdadero que, alborozado, extiende sus aguas como cinta de plata por las vegas toledanas. Ese es el Tajo de los poetas, de los recuerdos, de las ilusiones, de las grandezas!
Allí se ven los sotos abundosos, las huertas fértiles, los bosques poblados y ricos.
Muestran sus orillas los vergeles donde tejieron sus nidos de amor desde el romano al árabe, desde el godo al cristiano viejo. De las praderas y frondas salen aromas, cantos, trinos, arte, poesía, mágicos recuerdos…

José Ibáñez Marín  Recuerdos de Toledo  1893



Noche serena


Regocijada estaba la Emperatriz de Europa —Roma segunda y corazón de España—, de que en competencia del cielo, cuyas benévolas influencias goza, una noche serena y apacible, guardajoyas de sus diez recámaras, hubiese sacado a vistas, más ostentativa que otras, el lucido aparador de sus estrellas, cuya claridad participada hacía las veces del sol; pues, como virreinas suyas, sustituyen en su ausencia. No las echara menos Toledo, aunque otras veces se atreviera la oscuridad (sumiller de sus cortinas) a echar las ordinarias de sus nubes; pues, en su emulación, esta noche había coronado sus altas torres, elevados capiteles, antiguos muros, ventanas y claraboyas, con lo más lucido del cuarto elemento que, cebado en el blanco artificio de las abejas, por verse tan alto señorear de la sagrada Vega, creyó estar en su natural centro.

Tirso de Molina  Cigarrales de Toledo 1621