Moneda bien acuñada



El lugar quedó vacío; pronto, a causa del soplo del viento y la economía interesada de los sacristanes, las linternas se extinguieron una por una, y el pueblo volvió a la sombra y el silencio. Sólo entonces encontré el Toledo que había venido a buscar, el Toledo medieval. De todas las ciudades de la Península, la antigua capital de las Españas es la más parecida a ella misma, la que el curso de los tiempos ha modificado menos. Los siglos han pasado sobre ella sin tocarla con sus alas; se ha conservado pura de una aleación extranjera, ha mantenido, con singular obstinación, su individualidad nativa. Es una moneda bien acuñada, cuyo canto todavía mantiene su relieve, y no parece dispuesta a perderlo durante mucho tiempo. Toledo está construido sobre una montaña de granito al pie de la cual fluye el Tajo; las casas descienden hacia el río; son de ladrillo y están tiradas una sobre otra sin orden ni plan; las calles, abiertas al azar, discurren del mejor modo posible, describiendo mil sinuosidades en las que es imposible orientarse; son tan estrechas que se puede fácilmente dar la mano de una casa a otra, y tan empinadas, que la Sierra Morena no tiene senderos mejores; se ha llegado al lujo de pavimentarlas con guijarros, pero tan mal y tan irregularmente que serían necesarias para caminar sin peligro y sin dolor en los pies, alpargatas de montaña.

Charles Didier. L'Espagne en 1835


 
 
 


 


Por qué me conmueve...

¿Qué es, pues, lo que busco por esta ciudad pétrea? ¿Qué espero en compensación a mi cansancio? Ni las admirables puertas del siglo XV, ni las más célebres iglesias, ni la misma admirable Sinagoga del Tránsito. Nada de lo que el guía me aconseja: nada de lo que no conserve rastros de vida virgen.
Y aún no es así del todo exacto.
Sólo me gusta aquello que suelta los resortes del mecanismo enajenador de mi espíritu. ¿Pero qué es ello? Esas figuras grandemente restauradas, esas pequeñas columnas de ojiva, cuatro o cinco grecos.
¿Qué he venido, pues, a buscar a Toledo?
¿Por qué me conmueve de esta manera tan intensa Toledo, a pesar del calor de los días de mi visita, a pesar de mi flojedad y cansancio, a pesar de que tanto abunda en monumentos que nada me dicen?
¿Y seguiría conmoviéndomé así esta ciudad, si no encerrase ninguno de los monumentos que me agradan, ninguna de sus obras pictóricas?
¿A qué se reduce mi amor por Toledo?

René Schwob. Profundidades de España (1929)











Princesa de las ciudades

Toledo fue su patria, aquella gran princesa de las ciudades del orbe: aquella, digo, a quien sirven de arqueros y soldados de guarda inmutables, tantos inaccesibles, tantos robustos y descollados montes, cuyas eminentísimas cumbres son alcázares fortísimos de las siempre lucientes estrellas, y cuyas faldas amenas y vetustas son corte floridísima, elegante y amena de las sagradas y canoras hijas de aquel gran padre de los ríos, el Tajo: aquel Creso cristalino, aquel Midas sonoro, tan opulento, tan rico, que sus aguas son plata corriente y fugitiva, y sus arenas granos de oro luciente y purísimo; pero por otras causas es rico mucho mas: estas son la ingeniosísima belleza de sus damas, y la bellísima ingeniosidad de tanto varón erudito.

Jerónimo de Salas Barbadillo."El curioso y sabio Alejandro, fiscal y juez de vidas ajenas" (1612)












 

Cada página, un prodigio

Toledo es, realmente, un museo nacional inapreciable; un libro abierto a la admiración universal, y en el que cada página es un prodigio...
Sólo se emplean tres horas escasa en el viaje desde Madrid. Los trenes marchan a paso de carreta, es verdad, pero la combinación de sus horas de salida y llegada es bastante cómoda. Se puede abandonar la corte el sábado, concluida la diaria faena, a las seis menos cinco de la tarde, se está en Toledo poco después de las ocho y media, en sazón oportuna aún para comer, y con tiempo sobrado para descansar, y si se madruga un poco el domingo se dispone de bastantes horas, pues el tren de regreso no sale hasta las cuatro y media.

Las excursiones a Toledo. Artículo publicado en el diario La Época, de Madrid (18 de mayo de 1894)





 





Fue en Toledo

Fue en Toledo, la princesa de los riscos;
la zagala de las lomas; la sultana de las vegas;
la que airosa como un junco, se levanta
sobre el duro precipicio de las peñas,
por mirarse en el espejo de las aguas cantarinas de ese río,
que rodando sin descanso, bullidoras la festejan.

Fue en Toledo, la que es reina de los montes y las rocas;
la de los lindos cigarrales, que la colman de caricias y promesas;
la gallarda, la del alma recogida;
fue en la joya de Castilla, tan hidalga como entera.
La que es madre generosa de labriegos, de guerreros y pintores;
la que es novia de poetas;
la que es vivo relicario de la historia de virtudes de la España.
La que es maja, entre las majas; la que es buena, entre las buenas. 


Fue en Toledo... Fue en sus calles silenciosas,
retorcidas cual las hoces de la siega.
Esas calles pecho arriba, que parecen a la senda que va al cielo;
esas calles tan estrechas,
que al que pasa lo acarician con el roce de sus muros,
con el beso de sus hierros, con el alma de sus piedras ..


Julián Sánchez-Prieto, "El Pastor Poeta" (1886-1979)