Por qué me conmueve...

¿Qué es, pues, lo que busco por esta ciudad pétrea? ¿Qué espero en compensación a mi cansancio? Ni las admirables puertas del siglo XV, ni las más célebres iglesias, ni la misma admirable Sinagoga del Tránsito. Nada de lo que el guía me aconseja: nada de lo que no conserve rastros de vida virgen.
Y aún no es así del todo exacto.
Sólo me gusta aquello que suelta los resortes del mecanismo enajenador de mi espíritu. ¿Pero qué es ello? Esas figuras grandemente restauradas, esas pequeñas columnas de ojiva, cuatro o cinco grecos.
¿Qué he venido, pues, a buscar a Toledo?
¿Por qué me conmueve de esta manera tan intensa Toledo, a pesar del calor de los días de mi visita, a pesar de mi flojedad y cansancio, a pesar de que tanto abunda en monumentos que nada me dicen?
¿Y seguiría conmoviéndomé así esta ciudad, si no encerrase ninguno de los monumentos que me agradan, ninguna de sus obras pictóricas?
¿A qué se reduce mi amor por Toledo?

René Schwob. Profundidades de España (1929)











Princesa de las ciudades

Toledo fue su patria, aquella gran princesa de las ciudades del orbe: aquella, digo, a quien sirven de arqueros y soldados de guarda inmutables, tantos inaccesibles, tantos robustos y descollados montes, cuyas eminentísimas cumbres son alcázares fortísimos de las siempre lucientes estrellas, y cuyas faldas amenas y vetustas son corte floridísima, elegante y amena de las sagradas y canoras hijas de aquel gran padre de los ríos, el Tajo: aquel Creso cristalino, aquel Midas sonoro, tan opulento, tan rico, que sus aguas son plata corriente y fugitiva, y sus arenas granos de oro luciente y purísimo; pero por otras causas es rico mucho mas: estas son la ingeniosísima belleza de sus damas, y la bellísima ingeniosidad de tanto varón erudito.

Jerónimo de Salas Barbadillo."El curioso y sabio Alejandro, fiscal y juez de vidas ajenas" (1612)